Sube un agudo lamento
y baja en estridente voz
de un violín a otro
se pasan el dolor.
Une ambos sonidos
un tímido acordeón
y aunque nadie lo mira
es el apoyo de los dos.
En una jaula de esperanza
de una rota iglesia ajada
con bóvedas involucradas
en henchidas y ahuecadas
angustias entremezcladas.
Pasean voces de ánimas
algunas veces acaloradas
otras en cambio descansan
cuando por fin se ven nombradas.
Percusiones de un lamento
rompe el sonido del viento
cruzan terrenos violentos
con razones y discutiendo.
Apaciguando el espacio
los ancestros van hablando
los que por casualidad entramos
muy atentos escuchamos.
Nos hacen reír y llorar,
nos hacen interiorizar,
nos asombran, nos invitan
a con ellos, la tarde ver pasar.
© Maite Cuervo Publicado el día 15 de octubre del año 2024
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