Me despierto, ¡dios, dónde estoy! ¡Estoy metido en una urna de cristal! Se activa una alarma, empiezo a dar golpes por todos lados, ¡socorro, socorro! Veo que vienen las enfermeras y médicos, pulsan un botón y la urna se abre.
—Pero, ¿qué hago yo en un hospital? No recuerdo nada.
Los médicos y las enfermeras comienzan a felicitarse entre ellos, esto es muy raro. Se me acerca un médico sonriendo…
—Tranquilo, es normal que no sepa dónde está ni qué hace aquí. Pero si puede levantarse, le llevaremos a mi despacho y allí le explico.
—¿Levantarme? ¿Qué me ha pasado?
—Venga conmigo y le explicaré.
Me ayudaron a levantarme, me sentaron en una silla, le dieron a unos botones y la silla me llevaba sola a su despacho al final de un largo pasillo metalizado y con botones y televisiones por todas partes. Entramos a su despacho, no había ventanas, tan solo un acuario en la pared de enfrente. A mí siempre me gustaron los acuarios.
—¿Le gusta el acuario, verdad?
—Sí, claro, es precioso.
—Sí, para ser una simulación es bonito.
—¿Simulación? ¿No es de verdad?
—No, ahora lo entenderá. Le explico, aunque es muy complicado. ¿Sabe en qué año estamos?
—Pues vaya tontería, claro que lo sé, en el 2007.
—No es ninguna tontería, no estamos en el 2007, sino en el 2057.
—Ja, ja, entonces despiérteme que me bajo de este sueño.
—Lamento decirle que no es ningún sueño, aunque no va mal encaminado. Usted ha estado durmiendo exactamente cincuenta años.
—Si no me lo explica rápido y claro soy capaz de salir por la ventana.
—Complicado, señor. Aquí no hay ventanas.
—Por favor, se lo ruego, ¿qué está pasando aquí?
—Usted es el dueño de este hospital y uno de los hombres más ricos de este país. Hace 50 años hizo un viaje a un país de la India donde contrajo una enfermedad totalmente desconocida, no existía antídoto para ella. En ese momento usted hizo que comenzara una profunda investigación para curarla, pero no había tiempo, podía terminar con su vida, y tomó la decisión de ser congelado.
—¿Congelado? ¿He estado cincuenta años congelado?
—Sí, señor. Pero afortunadamente se ha seguido con la investigación al cabo de los años. Mi padre fue quien la comenzó y yo la continué, hasta el día de hoy, que la hemos podido por fin aplicar y bueno, el resultado lo puede ver usted mismo.
—¿Yo mismo? …pero no sé quién soy, no me reconozco.
—Es normal, pero no se preocupe, le iremos poniendo al corriente de todo.
—¡Dos mil cincuenta! ¿Y qué es lo que voy a encontrarme?
—¿En su vida o en el mundo?
—En ambos sitios.
—En su vida… en el mundo… ¡Vaya, es que no son muy buenas noticias! En su vida bien poco, usted tan solo tenía su trabajo, no tenía vida fuera, tan solo los negocios. Su familia desapareció, perdieron el contacto con usted. Digamos que interpuso poder y negocios a la familia.
—Vaya, no recuerdo nada, es como si tuviera amnesia. ¿Y en el mundo qué pasa?Se miraron unos a otros con rostro muy serio.
—Tampoco es nada agradable abrir los ojos al mundo. ¿No se ha parado a pensar por qué no hay ventanas? Le aseguro que no sería nada agradable lo que vería a través de ellas.
—¿A través de una simple ventana? ¿Cómo no va a gustarme ver las calles, el cielo, los parques?
—¿Calles? Eso sería hace años, ahora solo disponemos de pequeños pasadizos y túneles para desplazarnos de un sitio a otro. El cielo no se ve, está tapado por edificios, el humo de las industrias, y aunque se pudiera ver el cielo, no se puede mirar ya que daña la vista. Hay que ponerse lentes especiales. Y, en cuanto a los parques… lamento decirle que en nuestro siglo no hay parques, han desaparecido por falta de agua y en su lugar se construyeron edificios y más naves industriales.—No es posible, ¿dónde se ve entonces la naturaleza?
—En documentales.
—Y, ¿de qué se come si no hay vegetación?
—Productos químicos. Actualmente no existe eso que antiguamente llamaban comida, son pastillas de sabores, vitaminas y minerales. Le podemos acompañar para ver su casa, como comprenderá ha sufrido algunas transformaciones, pero aún conserva todas sus cosas y recuerdos, los pocos que tenía.
—Entonces, ¿con qué ilusiones se vive?
—La ilusión la podía haber tenido hace cincuenta años, debió aprovecharla. Hoy la ilusión no es vivir, sino sobrevivir.
—Por favor, ¡devuélvanme de nuevo a la urna!
©Mª José Sobrino Simal    Publicado el día 15 de junio del año 2024
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