El monólogo interior es una técnica narrativa en la que uno o varios personajes se expresan sin que tenga que intervenir la figura del narrador. Es decir, el autor relata en primera persona los pensamientos del personaje, permitiendo al lector acceder a ellos en el momento en el que se producen.

El monólogo interior nace a finales del siglo XIX como técnica narrativa a la que un autor recurre para acercar al lector a la mente del personaje. Su estructura nada tiene que ver con la narrativa convencional, sino que plasma una secuencia de pensamientos.

Atendiendo a cuestiones como el formato, el destinatario o el contenido podemos diferenciar tres variantes:

  • El monólogo interior propiamente dicho.
    • Habitualmente está escrito en un único párrafo, sin puntos y aparte porque romperían esa continuidad en el fluir de ideas, sentimientos, recuerdos…
    • No hay esquema ni responde a ninguna estructura prefijada; el personaje puede ir saltando de una cuestión a otra sin justificación alguna.
    • Tampoco hay un destinatario, el personaje no se dirige a nadie; está pensando, es como si hablase consigo mismo.
  • El flujo de consciencia.
    • El autor opta por llevar al extremo ese monólogo interior.
    • No tiene porqué respetar la gramática ni la ortografía.
    • El texto aparece de forma desordenada, con abuso de reiteraciones, puede incluso que sin signos de puntuación.
    • No hay un desarrollo lineal, los pensamientos surgen de manera espontánea.
  • El soliloquio.
    • Fácilmente identificable porque en este caso sí que hay un destinatario.
    • El personaje habla en voz alta.
    • Está solo pero dirige sus pensamientos hacia un tú no explícito, por lo que el discurso resulta coherente.
    • Responde a una estructura lógica y está bien articulado.
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