Amanece el cielo herido
y la tierra del revés,
camino que no es camino,
de la cabeza, a los pies.
Alguien dijo que eran suyos
el antes y el después,
y que el futuro se forja
con la fuerza y el poder.

Banderas de hostilidad,
trincheras de sangre
y de encono;
cuando las causas disponen
la jalea y el salobre,
la razón es entelequia
que no entienden los pobres,
y las guerras, la riqueza,
de caciques y patrones.

Calles desiertas, postradas,
si acaso los perros vagan
sin los dueños, ni moradas,
entre vestigios que fueron,
recuerdos de fechas erradas.

De los cerros del miedo
volverá el silencio huido,
cuando las balas cansadas
destierren la hiel inerme,
del vencedor y el vencido.

Camposanto de unos cuerpos,
presbiterio de laureles,
soldados que son nostalgia
entre soles y entre nieves
y, otros, que se hacen lodo,
en cunetas, cuando llueve.
Hay almas que vagan juntas
sin encontrar el edén,
enterradas en la nada
del presente y del ayer.

En la orilla del destino,
sin un clavel, ni un ciprés,
su memoria es nuestro, sino,
sin excusas, ni porqués.
¡Qué llueva afuera, el olvido,
si es que tiene que llover,
con las fosas vacías,
de un barro, que no lo es…!

© Joseba Sasía Muñoz     Publicado el dia 6 de abril de l año 2024

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Categorías: POÉSIAS

1 comentario

Maite cuervo · 11/04/2024 a las 20:05

Me encanta ☺️

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