Waldo el heraldo : Carlos Calbacho
― ¡Tabernero! La voz resonó en la estancia. Waldo el Heraldo parecía enfadado: acababa de dejar su jarra sobre la mesa, y se pasaba el dorso de la mano por sus crecidas barbas, borrando, de un soplo los restos de espuma que se habían fijado en sus pilosidades. En el Leer más…