Amanece el cielo herido

y la tierra del revés;

camino que no es camino

de la cabeza, a los pies.

Alguien dijo que eran suyos

el ahora y el después,

y que el futuro se forja

con la fuerza y el poder.

Banderas de hostilidad,

trincheras de sangre

y de encono,

cuando las causas disponen

la jalea y el salobre,

la razón es entelequia

que no entienden los pobres,

y los tanques, la riqueza,

de caciques y patrones.

Calles desiertas, postradas;

si acaso los perros vagan

sin los dueños ni moradas,

entre vestigios que fueron

recuerdos de fechas pasadas.

De los cerros del miedo

volverá el silencio huido,

cuando las balas cansadas

destierren la hiel inerme

del vencedor y el vencido.

Camposanto de unos cuerpos,

presbiterio de laureles,

soldados que son nostalgia

entre soles y entre nieves

y otros que se hacen barro,

en cunetas, cuando llueve.

En la orilla del destino

sin un clavel, ni un ciprés,

su memoria es nuestro sino

sin excusas, ni porqués.

Hay almas que vagan juntas

sin encontrar el edén,

enterradas en la nada

del presente y del ayer.

A las cunetas del olvido:

                                  “Sin memoria, no hay edén”.

©Joseba Sasía Muñoz

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2 comentarios

RAQUEL · 31/10/2023 a las 12:36

¡Maravilloso poema! Qué importante el tema y qué bien escrito. ¡Enhorabuena!

    JOSEBA · 19/11/2023 a las 20:16

    GRACIAS RAQUEL!!
    Hay quienes dicen que hay que «olvidar»… para seguir hacia adelante.
    ¡»Perdonar»… sí… por supuesto; pero olvidarles, jamás…!
    Los pueblos sin pasado, tienen un futuro con la boca pequeña y los píes de barro; el mismo barro, que, sigue cubriendo las cunetas y las alas de su esperanza eterna.
    Te reitero mi agradecimiento.
    Saludos.
    Joseba Sasia.

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