Fiebre Hospitalaria : Purificación Mínguez
La sala de espera languidecía. Un enorme reloj escribía con su saeta un tiempo desleído. El aire, viciado de dudas, se masticaba, creando un limbo acunado por algún diapasón indolente. Todo se mantenía estático en ese transcurrir sonoro del tiempo. Algunas figuras, como un mágico billar de carambolas, se desplazaban Leer más…